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REFLEXIONES SOBRE EL SÍNDROME DEL DUELO PSICOLÓGICO

Se trata de “Convertir una relación basada en la presencia física en otra basada en la conexión Simbólica” Niemeyer.



Etimológicamente “Duelo viene del latín tardío dolus que significa dolor y se entiende como la respuesta natural por perdida de alguien o algo”. (RAE, 2019). El duelo psicológico es un conjunto de sentimientos y conductas que aparecen como reacción humana emocional y de comportamiento natural frente a la pérdida de una persona (familiar, amigo, pareja), mascotas, objetos (casa, vehículo, objetos de gran valor económico o emocional), eventos significativos (perder un empleo, mudarse de país), en forma de sufrimiento y aflicción cuando un vinculo o apego afectivo finaliza. En este proceso influyen una serie de manifestaciones normales a nivel cognitivo, fisiológico, afectivo y conductual como podemos observar en el siguiente cuadro:

Desde una postura psicoanalítica E. Lindemann (1944), define el Duelo como un proceso psicológico relativamente pasivo y universal. Sucede algo no deseado por la persona, que produce en los dolientes una secuencia de reacciones psicológicas no elegidas por ellos, pero que determina el duelo. Esta elaboración consiste fundamentalmente en retirar la energía desde el objeto significativo que se ha perdido, para dedicarla a nuevas relaciones.

Para J. Bowlby (1989), es una respuesta adaptativa, que se basa en el valor del apego en la sobrevivencia. Señala la importancia de condicionantes sociales en el duelo, de la redefinición del sí mismo y de su contexto. La causa para no lograr un duelo normal (“duelo crónico o complicado”) implica que existen lazos con el fallecido.

La psiquiatra E. Kübler-Ross (1969), trabajó durante décadas con enfermos terminales, convirtiéndose en una autoridad sobre el proceso del duelo. Definió sus etapas: Negación: nos negamos a aceptar lo que ocurre. Ira: Proceso puramente emocional, puede brotar espontáneamente al inicio del cambio o al tiempo de este. Negociación: seremos capaces de negociar cualquier cosa, sobre todo el tiempo. Un sentimiento que se repite es el de volver atrás. Depresión: las fases anteriores hacían referencia al pasado, la depresión hace referencia al presente. Sensación de vacío, tristeza, etc. Aceptación o rechazo: La resolución, etapa final de la evolución. Las etapas no tienes por qué ser consecutivas, estas pueden ser alternadas y repetirse tantas veces como necesite el sujeto.

J. W. Worden (1998) y T. Rando (1993) conciben el duelo como un proceso más activo, se cambia la idea de pasar por fases o etapas a la de realizar “tareas”, para que haya un trabajo de duelo efectivo. El siguiente cuadro muestra como el trabajo de duelo es más activo y particular, de acuerdo con estos autores:

R. Niemeyer (1998), realiza un análisis del proceso del duelo desde una perspectiva constructivista. Define el duelo como una reconstrucción de significados y destaca lo particular y lo activo en el proceso de duelo, a diferencia de lo universal y pasivo de los autores más tradicionales. En términos del trabajo de duelo, este nuevo enfoque plantea, al igual que la postura más tradicional, que se necesita reconocer la realidad de la pérdida y abrirse al dolor. La propuesta de Niemeyer permite una mayor amplitud en los procesos que llevan la elaboración. Esta amplitud significa, por una parte, que no necesariamente el deudo debe “dejar ir” o renunciar a la relación con la persona desaparecida. Postula que la muerte transforma las relaciones con la persona querida, en lugar de ponerles fin. Esto implicaría que no es necesario distanciarse de los recuerdos del ser querido, sino “convertir una relación basada en la presencia física en otra basada en la conexión simbólica”.


FASES DEL DUELO

  1. Aturdimiento o etapa de shock: la persona siente que todo es mentira, actúa como si nada hubiera sucedido. Se evita la realidad; es una etapa de incredulidad y confusión.

  2. Anhelo y búsqueda: la persona desea reencontrarse con el fallecido, puede aparecer inquietud e irritabilidad, incluso agresividad. Se toma conciencia de la pérdida y se comienza a asimilar la nueva situación.

  3. Desorganización y desesperación: se caracteriza por pensamientos depresivos, momentos de llanto descontrolado, sentimiento de vacío y soledad; apatía y desinterés generalizado.

  4. Reorganización: Se establece la conciencia de la pérdida y se da paso a nuevos patrones de vida sin el fallecido, estableciendo nuevos vínculos afectivos y a su vez fortaleciendo los ya establecidos.

TIPOS DE DUELO

  • Preduelo: se inicia de manera involuntaria e instintiva desde el momento de diagnóstico de una enfermedad.

  • Duelo anticipado: se da cuando se recibe un pronóstico de vida ante la enfermedad; familiares y paciente se preparan de manera no consciente para el mejor afrontamiento ante lo inevitable.

  • Duelo inhibido o negado: también llamado ausente, enmascarado, evitado o no liberado; no se afronta la realidad y por tanto no se acepta la pérdida; esto da lugar a que el duelo no se produzca.

  • Duelo Crónico: presenta excesiva duración, podría mantenerse toda una vida; la persona se siente incapacita a restaurar su vida, la cual gira en torno al difunto y considera una ofensa al fallecido retomar su vida con naturalidad.

  • Duelo Patológico: denominado también “duelo complicado”. Depende de la intensidad y duración con conductas desadaptativas o sin avanzar en el proceso de resolución del duelo.

  • Duelo por pérdida ambigua: en este tipo de duelo se encuentran las muertes por hechos traumáticos como accidentes, el suicidio, los secuestros y desaparecidos.

  • Duelo asociado a la psicopatología: el duelo es un proceso natural, no es patológico, pero, puede ser un desencadenante y originar psicopatologías. Los perfiles más comunes en relación con el proceso del duelo son: el estrés postraumático, la depresión, los trastornos de ansiedad y trastornos adaptativos.

DUELO MIGRATORIO


“…el viaje en sí mismo no soluciona nuestros problemas porque viajas en compañía de ti mismo” Séneca


La migración como la mayoría de acontecimientos de vida tiene ventajas y beneficios y también conlleva situaciones de esfuerzo y dificultades por resolver, no sería adecuado platear una igualdad entre migración y duelo migratorio; mudarse a otro país es muchas veces una solución que un problema. Entonces, ésta no será en sí misma una causa de trastorno mental, sino un factor de riesgo tan solo si se dan las siguientes situaciones: Si existe vulnerabilidad, quién migra no está sano o posee discapacidades; si el nivel de estresores es muy alto, en los casos dónde el territorio de acogida es hostil y se exacerba el riesgo si fluctúan ambas condiciones.

Los estudios de J. Achotegui (2012) permiten caracterizar el duelo migratorio para poder identificarlas y conocer las posibles situaciones que deba confrontar al momento de migrar.

  • Es parcial: El objeto no se pierde por completo, está la posibilidad de regresar.

  • Es recurrente: noticias que llegan del país, llamadas, y otros estímulos reviven los vínculos con la procedencia.

  • Se encuentra vinculado a aspectos infantiles muy arraigados: lenguaje, cultura, clima, paisajes, apegos.

  • Es múltiple: La familia y los seres queridos. La lengua. La cultura. La tierra. El estatus social. Contacto con el grupo de pertenencia. Riesgos para la integridad de la persona.

  • Da lugar a cambios en la identidad: el migrante aprehende y adquiere características propias de la nueva zona.

  • Da lugar a una regresión: el estrés e inseguridad desencadenan conductas regresivas o infantiles como la dependencia, la queja o pataleta y la sobrevaloración de líderes.

  • Se acompaña de sentimientos de ambivalencia: el inmigrante siente amor hacia su país por los vínculos generados en él, pero a la vez sentimientos de rabia porque se tuvo que marchar ya que no le ofreció los recursos necesarios para la realización

  • El duelo migratorio lo viven también los autóctonos y los que se quedan en el país de origen. Tanto los que reciben a los inmigrantes como quienes los despiden de su país de origen – en ocasiones- pueden pasar por un duelo migratorio.


Las pérdidas en cualquier ámbito forman parte de la vida, no debemos verlas como algo extraordinario, ¿acaso existe algo en el planeta (aparte de la energía) que perdure por siempre? Mantener presente que la temporalidad de nuestro ambiente y de quienes confluyen en él, es comprender que la única constante es el cambio; siendo así podríamos intentar dejar atrás el tabú sobre hablar de la muerte o cualquier pérdida significativa, en un intento por normalizar uno de los aspectos más naturales que tenemos como seres humanos.


REFERENCIAS:

Achotegui, J. (2012). Emigrar hoy en situaciones extremas. El síndrome de Ulises. Revista de psicología Aloma Vol. 30(2), Nro 79 - 86. Universidad de Barcelona

Cotacachi, B. (2017). Terapia cognitiva basada en mindfulness en el proceso de duelo complicado en adultos mayores. Universidad de San Francisco de Quito.

Pérez, D., Atehortua, M. (2016). La comprensión del duelo desde la psicoterapia humanista. Revista electrónica psiconex Vol. 8, Nro 12. Medellín, Colombia.




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