PRIMEROS AUXILIOS PSICOLÓGICOS (PAP) EN TIEMPOS DE COVID 19
La situaciones que vive el Ser Humano ante los grandes retos que significan los cambios por avances tecnológicos, niveles de inestabilidad social, afrontamiento de problemas familiares, falta de nivel educativo adecuado, problemas sociales derivados de las malas condiciones de hábitat para la convivencia
así como problemas vinculados con catástrofes naturales o eventos de gran impacto en la sociedad, entre las muchas situaciones que pueden ocurrir ocasionando algún tipo de desequilibrio requieren ser atendidas en el momento de los acontecimientos para evitar consecuencias más graves.
Los Primeros Auxilios Psicológicos conocidos como PAP, constituyen una herramienta para apoyar a las personas que por diversas razones se encuentran en un momento determinado en esas situaciones de crisis que hemos descrito, es decir se realiza una intervención en el momento crítico que activa la situación. Los PAP buscan estabilizar a la persona para que recupere el equilibrio emocional y evitar las secuelas psicológicas.
La intervención en crisis tiene su antecedente en las investigaciones realizada por Eric Lederman y colaboradores para atender a familiares de 493 muertos en un incendio que tuvo lugar en el centro nocturno Coconut Grove ubicado en Boston (1942). Inició de esta forma una serie de estudios que permitieron reconocer la importancia de atender a las personas en el momento que ocurre la crisis indicando la necesidad de cumplir metas o pequeños objetivos que permitan superar los obstáculos propios de estos momentos.
La intervención en crisis de acuerdo con Slaikeu (1996), se pueden dividir en dos fases claramente diferenciadas:
Intervención en las primeras horas (Primeros Auxilios Psicológicos)
Intervención Terapia para Crisis (Aplicable en consulta
El primer punto que nos ocupa refiere a Los Primeros Auxilios Psicológicos o PAP definidos como una herramienta de apoyo pensada en acompañar a aquellas personas que se encuentran en escenarios de crisis
y que tienen como objetivo el restablecer el equilibrio emocional y prevenir la aparición de trastornos psicológicos. Se trata de reducir los riesgos inherentes a la inestabilidad emocional producto de maltratos, violencia doméstica, suicidios, agresiones y otras sintomatologías derivadas de esos acontecimientos.
En el año 2012 la Organización Mundial de la Salud, realiza con el apoyo de otros organismos internacionales la Guía Primera Ayuda Psicológica para Trabajadores del Campo indicando una serie de lineamientos de gran utilidad para afrontar estas situaciones imprevistas. De acuerdo con el citado documento:
Esfera (2011) y IASC (2007), la primera ayuda psicológica (PAP) describe una respuesta humana, de apoyo a otro ser humano que está sufriendo y que puede necesitar ayuda. La PAP trata los siguientes temas:» brindar ayuda y apoyo prácticos, de manera no invasiva; » evaluar las necesidades y preocupaciones; » ayudar a las personas a atender sus necesidades básicas (por ejemplo, comida y agua, información); » escuchar a las personas, pero no presionarlas para que hablen; » reconfortar a las personas y ayudarlas a sentirse calmas; » ayudar a las personas para acceder a información, servicios y apoyos sociales; y » proteger a las personas de ulteriores peligros.
Comprender las diversas situaciones que sufren las personas por eventos de crisis que pueden afectar de forma compleja al ser humano si no se tratan a tiempo constituyen un reto en el contexto de una sociedad compleja con múltiples situaciones que pueden afectar a las personas.
Es importante diferenciar los aspectos inherentes a la aplicación de los protocolos de los PAP de aquello que no lo es, en este sentido la OMS señala:
No es algo que solo pueden hacer los profesionales.» No es asesoramiento profesional. » No es “debriefing psicológico” 1 , puesto que la PAP no entra necesariamente en la discusión de los detalles del acontecimiento que ha causado la angustia. » No es pedir a alguien que analice lo que le ha sucedido o que ordene los acontecimientos. » Aunque la PAP supone estar disponible para escuchar las historias de las personas, no se trata de presionarles para que cuenten sus sentimientos y reacciones ante la situación
Son múltiples los acontecimientos generadores de situaciones que alteran el equilibrio de la vida en sociedad, desde una situación de catástrofe producto de eventos naturales tales como: (terremotos, huracanes, erupción volcánica), pasando por situaciones provocadas por el ser humano (conflictos armados y accidentes laborales, emergencias humanitarias compleja) y otras derivadas de la dinámica familiar que requieren ser atendidas con prontitud. La OPS señala al respecto:
Desde la perspectiva de la salud mental, las emergencias implican una perturbación psicosocial que excede grandemente la capacidad de manejo de la población afectada. Se espera un incremento de la morbilidad, incluyendo los trastornos psíquicos. Se ha estimado que entre una tercera parte y la mitad de la población expuesta sufre alguna manifestación psicológica. Aunque debe destacarse que no todos los problemas psicosociales que se presentan podrán calificarse como enfermedades, la mayoría deben entenderse como reacciones normales ante situaciones de gran significación o impacto. Por otro lado, aparecen problemas de orden social que deben también ser solucionados. Desde el punto de vista de la salud mental, en grandes emergencias toda la población puede considerarse que sufre tensiones y angustias en mayor o menor medida, directa o indirectamente. (OPS, 2002).
Estas grandes emergencias que ocasionan tensiones o angustias en la población se reflejan en las estadísticas de la OMS
(2019) que lo presentan como uno de los graves problemas sociales a nivel internacional que requiere ser atendido.
Uno de cada 11 individuos (es decir, el 9%) que ha vivido bajo un conflicto bélico o violento en algún momento de los 10 años previos padece un trastorno mental de moderado a grave.
Según los cálculos, el 22% de las personas (es decir, más de una de cada cinco) que viven en una zona de conflicto sufre depresión, ansiedad, trastorno por estrés postraumático, trastorno bipolar o esquizofrenia.
La depresión tiende a ser más habitual en las mujeres que en los varones.
Tanto la depresión como la ansiedad son más frecuentes cuanto mayor es la edad.
Las personas que padecen trastornos mentales graves presentan una especial vulnerabilidad durante las emergencias; por ello, requieren servicios de atención a la salud mental que satisfagan sus necesidades básicas.
De acuerdo con las directrices internacionales, estos servicios son necesarios a varios niveles —desde la asistencia básica hasta la clínica—, y la atención sanitaria debe dotarse de recursos para satisfacer de inmediato las necesidades de las personas que presentan determinados problemas urgentes de salud mental.
A pesar de la tragedia que representan y de su efecto en la salud mental de las personas, las situaciones de emergencia ofrecen la posibilidad de establecer sistemas de salud mental sostenibles para todas las personas que los necesitan. (OMS 2019)
En la actualidad el mundo vive una de las más complejas de salud del presente Siglo, el COVID 19, que ha dejado a su paso miles de muertos, familias desarticuladas, enfermos de gravedad, cambio en la dinámica de las relaciones sociales y familiares, confinamiento obligado y voluntario que afecta en mayor o menor medida a los miembros de cualquier grupo etario ( niños, jóvenes, adultos y adultos mayores) y que pueden generar estados de depresión,
ansiedad, estrés o cualquier otro desequilibrio emocional y conducir a situaciones que afectan aún más a la persona y su entorno.
Intervenir en estos primeros momentos no depende únicamente de profesionales en el área, quienes pueden actuar en el segundo momento como señala Slaikeu (1996), sino de personas preparadas e informadas sobre la forma de abordaje de este tipo de situación a la brevedad posible que no superen las 72 horas después del evento pues ya tendrían que desarrollarse otros protocolos. Estudios recientes sobre la efectividad de los PAP muestran que las intervenciones en estas situaciones de emergencia pueden ser realizadas por personas que tengan conocimientos básicos sobre el abordaje de estas situaciones.
“Es el primer estudio empírico y el primero en el mundo que conocemos que se ha hecho, por lo tanto, agrega un conocimiento que no estaba disponible en la disciplina y permite abrir una línea de desarrollo novedoso”, afirma el Dr. Rodrigo Figueroa, jefe de la Unidad de Trauma, Estrés y Desastres del Departamento de Psiquiatría UC. También, “valida el hecho de que no es necesario tener un psicólogo en el servicio de urgencia para poder ayudar psicológicamente a las personas, porque el mayor valor de la técnica es su simpleza. Se puede entrenar en pocas horas y lo puede hacer cualquier persona, lo que permite en el fondo llevar el campo de la prevención secundaria en psicología en trauma a todos los lugares”, agrega.
El Dr. Rodrigo Gillibrand, jefe del Servicio de Psiquiatría y Psicología del Hospital del Trabajador ACHS, destaca los beneficios que tienen los PAP por sobre la intervención en crisis “si consideramos que es un elemento terapéutico, tiene más sesiones y debe ser realizada por un profesional de salud mental. Por lo tanto, son más beneficiosos los PAP, porque es una intervención única y puede ser hecha por cualquier profesional de urgencia que se capacite. La relación costo-beneficio es mejor” (InVitro, 2019)
La capacitación constituye la estrategia clave para que las personas y comunidades se preparen para afrontar estas situaciones. De allí la importancia de promover programas de capacitación que permitan informar sobre los aspectos que envuelven el PAP. Esto permitirá comprender la situación y poder guiar a las personas para desarrollar técnicas que generen confianza y seguridad a la persona o personas que se encuentran atravesando por la situación de crisis.
Conocer sobre los aspectos que conllevan a las crisis individuales y los aspectos fundamentales de previsión para las emergencias colectivas podrán hacer la diferencia para las personas que lo sufren y la atención a tiempo les permitirá superarlos sin dejar grandes secuelas que luego deben ser atendidas por los profesionales del área.
Es un campo fascinante que combina las actitudes con la disposición de ayuda y auxilio de personas para ofrecerlo y desarrollarlo a quien lo requiera en un momento determinado.
A modo de conclusión
Todo evento que impacta nuestra forma de vida logra desequilibrarla y en la medida que dicha situación sea atendida a tiempo menor será su impacto. Son múltiples los eventos que pueden ocasionar estos desequilibrios y cuyos detonantes se encuentran en la forma de desarrollo de las comunidades (niveles de pobreza, ausencia
de servicios, dificultades para cubrir necesidades básicas, descomposición familiar), situaciones producto de eventos naturales (terremotos, inundaciones, incendios de grandes magnitudes, huracanes, volcanes), eventos de otra índole (pandemias), situaciones de desorganización de los países (emergencias humanitarias complejas, enfrentamientos bélicos, migraciones forzadas) entre otros.
La capacidad de respuesta ante estas situaciones requiere del conocimiento sobre los eventos, su ocurrencia y la forma de solventar los obstáculos para lo cual es necesario activar la escucha activa, las redes de apoyo y la resiliencia como estrategias para afrontar las posibles crisis.
Referencias Bibliográficas
Organización Mundial de la Salud (2019): https://www.who.int/es/news-room/fact-sheets/detail/mental-health-in-emergencies
Operación Panamericana de la Salud (2002): Protección a la Salud Mental en Situaciones de Desastre o Emergencia.
In Vitro (2019): Primer Estudio empírico: Primeros Auxilios Psicológicos
https://revistainvitro.cl/psicologia/primer-estudio-empirico-primeros-auxilios-psicologicos/
Osorio Vigil, Amalia (2017): Primeros Auxilios Psicológicos. Integración Académica en Psicología Volumen 5. Número 15. 2017. ISSN: 2007-5588.
Slaikeu, K. (1996). Intervención en crisis. (2ª ed.) México: Manual Moderno.